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Creo que es fácil reconocerse en esta actitud de Nasrudín. Cuando nos comportamos obstinadamente tratando de mantener planteamientos obsoletos, con testarudez, aún después de habernos hecho conscientes del malestar que dichos enfoques nos están generando. Y es que no es fácil soltar lo innecesario, lo falso, lo inadecuado, cuando se ha invertido mucho en ello.
Considero que en esos momentos hay que echar mano de la amplitud de miras, de la flexibilidad y recordar el verdadero propósito de nuestros actos. Ser capaces de reconocer que “quizás hay otra manera” de entender, de ver, de hacer, … y movernos en esa nueva dirección con el convencimiento de que es más saludable sentirnos libres para volver a elegir que tener razón, cueste lo que cueste.
Por muy preciada que nos resulte una creencia, para que sea digna de mantenerla es necesario que pase la prueba de la verdad y de la paz, es decir, que al cuestionarnos su realidad y preguntarnos qué sentimos y cómo actuamos al apegarnos a dicha creencia, podamos tener respuestas que no contengan miedo, tensión, conflicto o bloqueo, sino que impliquen apertura, confianza y paz. De no ser así, ¿para qué mantenernos en tales planteamientos? ¿Acaso porque queremos mantener la ilusión de control? ¿A costa de no sentirnos felices?
Obstinarse es una forma de agarrarse, de apegarse, y si te aferras a algo ya caduco, que ha perdido su sentido o que ha quedado demostrada su falsedad estás eligiendo una actitud que será un lastre para la evolución de tu conciencia. Y más aún, quedarás prendido de una idea, en el pasado, sin bajar a la experiencia del presente en el que podrías encontrar la posibilidad de hallar la verdad y crecer con ella. No podemos crecer si no renunciamos a lo que ya no nos sirve porque no estaremos dejando espacio para lo nuevo.
Estamos finalizando el año y puede ser una buena época para comprobar en qué medida estamos más cerca del bienestar que anhelamos. Y es un estupendo momento también, al menos para quienes mantenemos un sentido espiritual de las fiestas navideñas, de renovar nuestro compromiso con la esperanza, la inocencia, la paz y el continuo renacer en el amor y la hermandad. Desde esta intención hoy quiero compartiros algunos deseos cuya propósito entiendo que es el de facilitar el recorrido emocional desde el miedo hasta la confianza:Que podamos vivir el amor como el impulso que expande todo lo que es en vez de como la frontera que intenta poseer únicamente algunas parcelas de la realidad.
Que sepamos vivir la libertad desde la voluntad de permitir que la realidad se renueve a cada instante.Que aprendamos a relacionarnos desde un profundo respeto por la semilla de plenitud que alberga cada aspecto de la realidad y desde un sentido de la comunicación que implique comunión, es decir, posibilidad de vibrar al unísono movidos por un propósito común.
Que obtengamos el entendimiento que no llega con los juicios sino con el amor que todo lo abarca y por lo tanto lo comprende como parte de si mismo.
Que alberguemos en nuestro corazón únicamente sueños que puedan ser compartidos en paz.
Que nos movamos con inocencia tanto al dar como al recibir desde la convicción de que todo es digno de amor.
Que acertemos a mantenernos en una incesante disposición a reconocer que podemos estar equivocados y en una continuada motivación para volverlo a intentar, de nuevas maneras.
Creo que todo esto y más es posible y que en la esencia de todo lo que existe está la sabia mentalidad que nos puede guiar para tener conciencia de ello en cada instante de nuestras vidas. Gracias por haberme permitido, durante un año más, acercarme a vosotros y compartir mis pensamientos y mis mejores deseos. ¡Felicidades! ¡Es posible, somos capaces y nos lo merecemos!