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En el presente, lo más certero que podemos pensar del pasado es que ya no está aquí, por lo tanto volver a recrearlo es quedarse atrapado en fantasías. No puedes encontrarte volviendo a tu pasado una y otra vez porque allí ya no estás. Al elegir enfocar nuestra atención en determinadas percepciones negativas del pasado también estamos reforzando las emociones que acompañan a esas percepciones y por lo tanto estamos generando más sufrimiento y atrayendo experiencias de una frecuencia vibratoria similar. Hacemos real en nuestra mente un pasado que ya no existe y vemos ese pasado perpetuándose en el presente y proyectándose hacia el futuro.
A menudo llevamos tal carga de pasado en nuestra mente que configura la imagen que tenemos de nosotros mismos, nuestro sentido de identidad. Nos revolcamos una y otra vez en esas historias que llamamos recuerdos pero además, fijándonos exclusivamente en lo que resultó doloroso sin prestar atención a lo que resultó liberador. Creemos que somos nuestra historia, tememos un futuro similar y quedamos anclados en reacciones automáticas. El recuerdo se convierte en atadura, nos sentimos limitados en nuestro campo de acción y olvidamos la posibilidad de renacer en cada instante desde nuestro infinito potencial de ser.
¿Lo que sientes en este momento está relacionado con pensamientos sobre el aquí y el ahora o con pensamientos sobre el pasado? ¿Eres consciente de que esas emociones las generas tú mismo en relación a determinados pensamientos, creencias y convicciones? ¿Te parece sensato percibir el pasado como si estuviera ocurriendo ahora? ¿Te das cuenta que enfocando tu atención en pensamientos sobre tu pasado te imposibilitas para contemplar el presente?
Sólo cuando cambiemos el foco de nuestra atención interior y el talante de nuestras interpretaciones podremos contemplar el presente y descubrir la oportunidad de plenitud con la que podemos vivirlo. Aquí y ahora puedes volver a elegir:
Puedes reconocer que tu mente al enfocarse en el pasado está atendiendo pensamientos ilusorios y con eso ya estás dando un primer paso para despertar al presente.
Puedes convertir en práctica el hecho de retirar la atención que prestas al pasado cuando no sea necesario.
No puedes cambiar lo que ocurrió pero si es posible cambiar el efecto que tiene ahora en ti. Puedes decidir qué pensar de ello, cómo interpretarlo y concentrarte en tu vivencia actual.
Puedes dar a tu memoria un nuevo propósito. No le pidas que sea un almacén de viejos rencores y decepciones que sofoque con su polvareda emocional la frescura del presente. Se cuenta que Thomas Alva Edison necesitó diez mil y un intentos hasta que logró el resultado que ahora llamamos bombilla eléctrica. Pero Edison interpretó esos diez mil y un intentos de una forma inteligente y saludable. Cuando un periodista le preguntó que sentía al haber fallado tantas veces, él respondió: “Hijo, yo nunca fallé. Tuve todas esas oportunidades y en cada intento aprendí algo nuevo que pude aplicar al siguiente intento.”
Puedes elegir recoger del pasado lo que sea amoroso, lo que hayas aprendido de cada experiencia. El resto déjalo marchar, no lo retengas en tu mente alimentando su recuerdo con tu atención. Así el presente quedará enriquecido por un pasado que ahora constituirá una semilla de aceptación, respeto y esperanza, en vez de un poso de incertidumbre, enfado y miedo.
Estar en el presente también significa hacerte presente. Traes tu presencia consciente al aquí y al ahora y abrazas la vida hasta el fondo para que no queden asuntos pendientes. Cuando se vive de modo consciente, se está plenamente al tanto y se percibe dónde se está en cada momento. Te unes a la vida en vez de separarte de ella encerrándote en un conjunto de pensamientos del pasado. Estás en el presente y aquí ya no se trata de pensar lo que puedes ser sino de experimentar, aceptar y amar en una entrega creativa lo que Eres en unión de lo que Es.